1-4-2023 LA CALLE ES MÍA

Me pregunto si en vez de tener Francia a un presidente como Macron, tuviera a Melenchon, el nuevo profeta de la izquierda, se estaría viviendo el mismo clima de manifestaciones, protestas y saqueos, de estas últimas semanas. Estoy convencido de que no. La situación estaría mucho más tranquila. Como que Macron, con los disfraces que se quieran, es de derechas, los sindicatos, la CGT y otros que le acompañan, son los que llevan en las ciudades la voz cantante.

 

Porque el asunto de las jubilaciones que se retrasan dos años, es quiérase o no, un pretexto, el arma de la izquierda para seguir combatiendo. Ya en las últimas convocatorias, los sindicatos hablan de otros temas y de nuevas reivindicaciones. Ahora se acusa a Macron de autoritario y que se haya convertido en una suerte de Napoleon, aprobando por decreto asuntos que debería haber sometido al control del Parlamento. Y además expresándose de forma muy poco tolerante en conferencias de prensa. Algunas voces ya se han alzado clamando que la Quinta República que inventó el general De Gaulle, no es tan democrática como conviene al espíritu y tradición francesas.

 

De nuevo se olvida que la calle es patrimonio de la izquierda. Esto es, se asume la «normalidad» que la calle la «ocupe» la izquierda. Y ciertos comentaristas ya han empezado a establecer comparaciones, reflejando en cambio, la tranquilidad que se vive en el país vecino, España. Ciertamente. Aquí los sindicatos están quietos, no dicen nada y acompañan al gobierno en la inmensa mayoría de sus estrategias.

 

Pero no me cabe duda alguna. Si en las próximas elecciones generales fuera la derecha, -el Sr.Feijoo,- quien llegara a formar gobierno, se habría terminado en pocos meses la paz urbana. No pasaría demasiado tiempo para que se iniciaran los reproches, las acusaciones mutuas y que estas llegaran a la calle. Mientras tanto, la tranquilidad está asegurada.

 

En cambio Macron no lo va a tener nada fácil hasta el final de su mandato. La guerra de Ucrania, el cambio climático y las dificultades económicas que también vive un país rico como Francia, van a seguir acechándole. La fórmula mágica que permita sortear todas estas dificultades no la tiene nadie. Aunque la señora Marine Le Pen y Jean Luc Melenchon digan que sí, que pueden gobernar con otros principios y con otros objetivos.

 

No es el que grita más, el que tiene razón. Pero a veces los proverbios fallan. Lamentablemente, en ocasiones, con demasiada frecuencia.

 

1 de abril de 2023