8-10-22 EL PATRIMONIO

El «patrimonio» es lo que uno tiene, lo que es propio o propiedad de uno y que pueda haber cosechado con su esfuerzo a lo largo de su vida. Evidentemente después de que el Estado haya cobrado sus impuestos.

 

Por tanto debería asumirse que el patrimonio no se toca. Que el Estado no tiene derecho a volver a gravar unos bienes mobiliarios o inmobiliarios, a menos que convierta el sistema fiscal del país, en absolutamente confiscatorio.

 

Pero los políticos se olvidan en ocasiones de esta regla de oro. Es decir que la propiedad es un elemento básico de una sociedad democrática. Y entienden que sus intereses y objetivos están por delante de los derechos de los ciudadanos. En especial cuando se trata de cuadrar un presupuesto y tratar de contentar a los adictos a una ideología, a fin de perpetuar el poder en unas próximas elecciones.

 

Y esto es lo que está sucediendo con Sánchez. Aunque la convocatoria electoral aún esté un tanto lejos, conviene ir ya preparando las alforjas. Y empezar a repartir entre los fieles y entre los que no lo son tanto, dádivas y regalos a fin de acercar voluntades al partido que hoy manda en España.

 

Pero para distribuir cantidades considerables de recursos, al margen de los que nos vengan de Bruselas, hay,- habrá-, que incrementar los ingresos presupuestarios. Y en esta ocasión el Gobierno se ha sacado de la manga una vez más el «principio de solidaridad» que da para mucho. Y que se traduce en que «quienes tengan más tienen que ayudar a los que tienen menos». A partir de ahí la solidaridad puede extenderse por todas partes y alcanzar a cualquiera. Porque en la sociedad unos tienen más que otros. Mucho o poco. Con lo cual siguiendo con este objetivo igualitario, poco a poco, llegaríamos a un espacio absolutamente lineal y semejante al iluminado esquema soviético. En favor de la solidaridad vamos todos a ser lo mismo. La solidaridad llevada a sus últimos rincones.

 

Claro que me direis que soy un exagerado. Que estoy llevando el razonamiento a un límite. Que la solidaridad proclamada en momentos difíciles por el gobierno y que debe materializarse en el impuesto sobre el Patrimonio, tiene un carácter provisional, pasajero y que va a desaparecer, una vez desaparezcan también estas circunstancias tan extraordinarias.

 

Pero os voy a contestar que lo pasajero, lo transitorio en política y más en el ámbito presupuestario y fiscal es poco creíble. Que una vez instaurado un impuesto, ya se cuenta con él para siempre. La historia es rica en estos sucesos.

 

Por tanto, alerta con la solidaridad. Con el cajón de sastre de la solidaridad. Porque todos estamos de acuerdo en que hemos de ser solidarios. Pero no lo estamos cuando es otro,- el Estado- quien tiene que decidir el grado de nuestra solidaridad. Y esto, traducido en dinero que te lo quitan del bolsillo.

 

Ya sé que todo esto no es nuevo. Pero vale la pena recordarlo.

 

sábado, 8 de octubre de 2022